Descripción
Para la autora, no es posible aceptar la causalidad “natural” de la palabra si se parte del presupuesto de la libertad de expresión, sello característico de la voz única de todo poeta, y de esa naturaleza poética y de toda palabra escrita, luego, obviamente, de ser engendrada y padecida. Sin duda esta es la única causa eficiente del cambio lingüístico.
No hay causas externas a la propia lengua que puedan articular la renovación lingüística, y la libertad del hablante. Se puede interpretar como causa en el sentido de motivación final del lenguaje, afirmar que la palabra convoca a la poeta a escribir sobre la palabra y no sobre otra cosa y esto sucede no como agente de cambio extrínseco sino como un agente de cambio simbólico.
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