Descripción
En estos poemas hay un interesante culto a las formas de piel y su aroma, honrando el sentimiento del amor y el deseo; se recrea la geografía de un cuerpo desnudo, solo con el propósito de vivir el instante eterno de la pasión, donde habitan todos los fantasmas del deseo, venciendo todos los prejuicios sociales que condenan la posibilidad de que una mujer sienta y dibuje con palabras: la piel y los aromas. Así dice: /Yo soy amor, / el jardín que florece/ cerca a tu pecho/ cada vez que se unen la tierra y el cielo/ y en el vaivén turbulento del viento/ enredas mi pelo/ mi cara/ y mi cuerpo, / vuelo cual cometa que busca los cielos/. Es claro que la poetisa, en estos versos proyecta la sensación de un jardín que florece cual sentimiento al rose de la piel, extrayendo de cada uno de ellos, su único e irresistible aroma.
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